Los amigos imaginarios

EL CONTACTO ASTRAL

Quisiera un amigo imaginario, que no lo es en la mayoría de los casos, creo yo. Establecer contacto real y relajado con seres de otras dimensiones, ver algunos y tener amistad con un Invorcio o un Vivoris.

Aunque son cosas de niños, privilegios de la inocencia, a mis añejos años añoro una amistad que desde la transparencia permita compartir lo sencillo y complicado de la vida.

Nuestro cotidiano es fantasía, la realidad casi no existe, posamos, aparentamos, nos cuidamos, estamos en un ambiente de riesgos inminentes fundados en el otro que acecha para su bien.

De niños tenemos ese vuelo de libertad, algunos niños o niñas se permiten establecer un contacto con otra dimensión, de modo que los demás alrededor no ven a su amigo o amiga. Por eso y porque no creemos ni en lo que vemos les negamos el privilegio que tienen y hasta sienten la burla y el desprestigio.

Invorcio Borciano Pelete parece nombre rebuscado, pero es posible que le haya brindado toda su identidad al niño que usualmente jugaba con él. Su padre que no le creía, pero lo quería, lo invitó muchas veces para que Guillermito lo llevara a pasear en el carro con la familia y así no se quedara sólo en casa.

Tantos otros niños también jugaron acompañados de amiguitos como Vivoris, amiguito de Nicol, tal vez llenaban sus horas de soledad o aislamientos de una manera mágica.

Otras historias de la cercanía física de hombrecitos del "más allá" relatan como ellos se mostraban de manera permanente a la niña que los veía y jugaba con ellos, sin saber que no pertenecían a esta dimensión los consideraba uno más de sus conocidos. Es la magia de la niñez.

Cuántas personas comparten con hadas y gnomos episodios fugaces e inolvidables. En presencia de los demás se manifiestan a la persona que los puede observar y ella puede decir allí lo veo, allí está, me hace caritas y su acompañante pensará tal vez, estás tronada.

Cuanto quisiera estar tronado, adelantarme a la muerte de las limitaciones físicas para poder entrar en el mundo de Alicia o del Principito, sin necesidad de inventarlo para hacer realidad el sueño de enriquecer la vida irreal.