Camino espiritual

L A DEVOCIÓN INNATA El amor y temor a Dios me fue inculcado por las comunidades religiosas católicas a quienes mis padres les dieron la misión de educarme. Con alrededor de 13 años comulgaba a diario en el colegio y así mismo me confesaba porque se suponía que el despertar de la sexualidad era un pecado, de modo que me la pasaba en el reclinatorio. Ésta condición de pecador me cansó pronto y renuncié al rito de la comunión. Luego de ver el mal comportamiento de los sacerdotes me alejé también de los demás ritos religiosos. Sin embargo mantuve una cercanía con Dios, a quien le encomendaba todas mis necesidades con mucha fe y siempre me sentí cerca de su presencia. También ésta cercanía se fue disminuyendo por los caminos juveniles que fui tomando de la mano del destino alocado, que me llevó al aislamiento existencial de vivir para disfrutar la vida, sin las preocupaciones del más allá. EL AMOR AL PRÓJIMO Los años de trabajo me llevaron a vincularme con proyectos sociales en los que...