Cambio de Milenio

EL AÑO 2000


Hace bastantes años pensábamos los jóvenes que el año 2000 sería un asunto genial, inimaginado pero lleno de todas las especulaciones posibles, y debía ser así porque los avances que se presentaban eran numerosos y sorprendentes.

En la década de los 60, en plena euforia juvenil, yo siendo un preadolescente viajaba a la tierra natal de mi mamá, Ortega, Tolima, un pueblo pequeño de un calor "infernal" que me doblegaba y a la vez me enseñaba a resistir el calor, destreza que me sería útil en los años de trabajo que viajé por tierras igualmente sofocantes. En esa hermosa tierra mi primo Johnny, con nombre tal vez adoptado de la compañía petrolera gringa que afectó en parte nuestras vidas vinculadas a su cultura foránea, solía salir en las noches de fin de semana con sus amigos a deambular serenatiando; yo siendo menor me pegaba feliz a ese festejo tan ajeno a las costumbres de mi ciudad fría y populosa.


Panorámica de Ortega, créditos al fotógrafo

En esas serenatas aprendí las canciones de amor que se le llevaban a las ventanas a las muchachas amigas y en particular aprendí una canción que Julio Viana, el guitarrista mayor, cantaba seguido y yo seguía con particular interés por considerarla algo así como visionaria. Hoy después de medio siglo sigue vigente su música y su letra en mi frágil memoria, lo cual no deja de ser un suceso para reflexionar.


Para el año dos mil
la ciencia del amor
será mecanizada
con palancas y motor
y para hablar de amor
tendremos que decir
ya todas mis moléculas
no más sufren por ti.

Viejas románticas
viajando enérgicas
en sus vehículos
de propulsión atómica
y los científicos irán a Júpiter
para traer un nuevo ritmo que bailar.

Me estoy muriendo
por tus protones
que desintegran
el mundo de mis átomos
me falta oxígeno
para decir que yo
me estoy muriendo
por tu radioactividad.


La imaginación humana es muy veloz y su autor logró vislumbrar una transformación de los habitantes terrenales al punto de dejar de estar gobernados por la inmediatez de los cinco sentidos, tan limitantes para la perspectiva cósmica de la época presente. Pero eso no sucedió en el año 2000, a pesar que estábamos preparados para un cambio supersónico.


Tartaria

Todo siguió más o menos igual, la "conquista de la Luna" fue una desilusión y la llegada a Marte toda una utopía. Los marcianos llegaron en pequeñas muestras, todas rechazadas por la cultura mediática dominante, y los seres humanos seguimos siendo ejemplares de Tercera Dimensión, supeditados a los sentidos aceptados y todos aquellos que se salían de esa medida siempre fueron tachados de locos. Tal vez por eso gustaba de la loca canción.

Hoy le rindo a homenaje a Julio, perdido en el pasado, como mucha de nuestra historia, por tener ese gusto por lo especial, por lo soñado, por lo que debió ser y no fue, debido a la manipulación que se ha hecho de los hallazgos, siendo solo un puñado de privilegiados los que pudieron saber que si había salto cuántico y de proporciones que desbordan la tierna canción. Julio debió escuchar la canción en voz de Antonio Aguilar y creo que la adaptó para que sonara más parecida a lo que allí éramos.


Árida tierra hermosa


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