Camino espiritual

L A DEVOCIÓN INNATA


El amor y temor a Dios me fue inculcado por las comunidades religiosas católicas a quienes mis padres les dieron la misión de educarme. Con alrededor de 13 años comulgaba a diario en el colegio y así mismo me confesaba porque se suponía que el despertar de la sexualidad era un pecado, de modo que me la pasaba en el reclinatorio. Ésta condición de pecador me cansó pronto y renuncié al rito de la comunión. Luego de ver el mal comportamiento de los sacerdotes me alejé también de los demás ritos religiosos.



Sin embargo mantuve una cercanía con Dios, a quien le encomendaba todas mis necesidades con mucha fe y siempre me sentí cerca de su presencia. También ésta cercanía se fue disminuyendo por los caminos juveniles que fui tomando de la mano del destino alocado, que me llevó al aislamiento existencial de vivir para disfrutar la vida, sin las preocupaciones del más allá.


EL AMOR AL PRÓJIMO


Los años de trabajo me llevaron a vincularme con proyectos sociales en los que me sentí plenamente identificado con los grupos humanos marginados, me llevó el destino a visitar los sitios más aislados del progreso material y sus comodidades. Los barrios comunitarios, las comunidades étnicas que en el aislamiento ven morir sus hijos por la falta de un médico, los extramuros de las ciudades que no tienen condiciones de habitabilidad.


Río Inírida

En todas éstas travesías pude amar la obra de Dios manifiesta en los más hermosos paisajes, que en el aislamiento de la modernidad consumista conservan su belleza y sacralidad natural. Fue un contacto con Dios presente en la obra de su creación. A pesar que algunos de los grupos indígenas que frecuenté mantienen su religiosidad, que los une al espíritu de la Madre Gaia, no me acerqué a sus prácticas por respeto y prevención que me pudieran sentir como un intruso en lo más valioso de su cultura.


Mamo kogui

Mi paso por los diferentes grupos humanos, llevando alguna clase de alivio a sus múltiples necesidades, me permitió ejercer con amor la solidaridad humana, en un esfuerzo por colaborar en la construcción de mejores condiciones de vida para ellos.


LA MULTIDIMENSIONALIDAD


Los años en que la sociedad decretó mi cesantía laboral y con ello me liberó del yugo del trabajo asalariado, creyéndome el cuento me dediqué a estudiar en el retiro. Con sorpresa encontré que por encima de los asuntos que le conciernen al cuerpo físico y su mente egóica, la vida tiene un vínculo permanente con otras manifestaciones más sutiles que se expresan en otras dimensiones, habitadas por una multitud de seres humanos, humanoides, plamáticos y quien sabe que otras formas etéricas de la energía.


Manifestación eterea

Hallé que la vida se expresa en una amplia gama de energías vibratorias y que nosotros los humanos desconociendo esa realidad, nos hemos pasado el tiempo creyendo que los cinco sentidos que nos permiten interactuar con nuestra dimensión son todo lo existente. Aterrizar a la nueva realidad no ha sido fácil y queda uno con el sentimiento que al nacer le robaron más de la mitad de la película.

La espiritualidad se presenta como una constante a lo largo de la vida, porque los sentimientos y pensamientos son el medio para entrar en contacto con la divinidad, de la cual hacemos parte como todo lo demás que nos rodea. El estado espiritual entonces es un amor permanente por las diferentes manifestaciones con que entramos en contacto a diario y su negación es el sufrimiento al que nos habíamos acostumbrado como única realidad, salpicada a ratos por el disfrute, propio de la vida sin muerte.


Seres andromedanos

De repente se cobra consciencia de toda una gama de situaciones que los pueblos indígenas tienen identificadas como ciertas, la palpitación de la Madre Gaia, del Padre Sol, la vibración armónica de nuestros hermanos los animales, las piedras y vegetales, la existencia de sus respectivos elementales que enriquecen la complejidad de la existencia y la existencia de los seres etéricos que pueblan los espacios vacíos y las estrellas.


Tritón y Sirena

Toda ésta realidad, irreal si se la ve con los cinco sentidos bien puestos, se contacta como solemos hacerlo con Dios, por el pensamiento y las emociones de nuestro complejo y desconocido vehículo humano. Pero además por otras facultades como la telepatía, la clarividencia, y demás percepciones extrasensoriales que siguen siendo muy raras, a pesar del aumento actual de sus manifestaciones.

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