Cantata - De amores y pasiones


MUSA


Poesía
no me abandones,
que partan todos
que sólo esté,
pero tu musa no te me vayas
sólo por ti puedo vivir.


Tu me consuelas en mis congojas
me das alivio en mi dolor,
musa querida, más que una moza
nada me pides, todo lo das.





A TI INANIMADA


Tú quienquiera que seas
me haces falta para enjugar mi llanto
para colmar mis ansias por caricias y mimos.


Tú amante del ludismo,
que conoces la cábala del amor por motivo
me haces falta endiablada para frenar mi angustia
para llenar mis dichas que por tu ausencia mueren.


Tú, dondequiera que estés
escucha mi lamento,
hazle llegar tu mano
pletórica de besos
a mi reseca alma
tan ávida de amor.

















HORA VESPERAL


Vida te marchas con la tarde.
Mi alma umbría queda,
a solas mi nostalgia.


Cabalgas arreboles vespertinos.
Te alejas, te pierdes en la hondura,
llenando mi mirada de vacío.


Te vas con el ocaso.
Combustes en el torrente colorido
de otra tarde que nos niega su estadía.


Partes como la llama fulgurante
del tórrido y veraniego atardecer,
dejando tras de ti el frío de la noche.


La tarde muere...
dejando su nostalgia
regada por doquier.






ANTE LO INMINENTE


Ortegunilla querida
no te vayas de mi vida
que sin ti no vale nada,
nada vale
vida mía.




SÚBITA COMPAÑÍA


Mujer de raza primera perpetuada en mi memoria
cediste tu tibio lecho al sediento de caricias.
Dulce súbita compañía salida de la nada
en noche de amores tu mano acompaña.


Tu rostro de piedra la vista enloquece.
Tu cuerpo encallado permite la ofrenda.
Tu voz es mi eco, converso conmigo
más tierno que nunca, más sabio que siempre.




FEBRIL DESEO


Ansia del almíbar fresco
penetrado al césped
de tu piel de rosa,
sonrosado tinte de tersura plena,
enjambre de caricias vegetales
brindadas por tu mano pluma:
beso etéreo de toque afelinado.


Deseada piel ennubecida
pregonera de goces inmortales,
exhalante de perfumes dulces
y alientos embriagantes,
delicia mis fibras anhelantes
del tibio aroma de tu rosa.















ROSAS MIMADAS


Tres exóticos retoños
del rosal más aromado,
son mi jardín florecido
que a veces veo marchito.


Los retoños más lozanos
sonríen, cantan y juegan,
y necesitan mis riegos
para conservar sus trinos.


La más bonitica rosa,
la que ya desbotonó,
es ella quien más requiere
mis mimos para radiar.


Por nombrarme jardinero,
mañana le entrego al mundo
tres robustecidos tallos

que al encargo den fulgor.




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