Los amigos argentinos

BAILANDO ZAMBA


Che en Bolivia

La cultura argentina llegó a Colombia antes que lo hiciera la imagen del Che. Los Chalchareros llegaron luego del tango y la figura del Che no se conocía entonces. No podría limitar a estas influencias nuestro contacto con una Argentina alegre y contestataria, como nuestro país, porque faltaría la patrona de los muchachos de los setentas, "la negra" Mercedes Sosa.

Nos une a ese país un sentido común similar y tuve la fortuna de contar entre mis maestros a un mendocino, un hombre bonachón, como correspondía a su inmensa corporalidad, los gordos son así. Con él aprendí la importancia de pensar a los reclusos como sujetos en condiciones de marginalidad, a quienes hay que dar la oportunidad de reivindicarse como personas.

Dirigía el área de Psicología Jurídica y se empeñaba en socializar su experiencia en las cárceles de Mendoza, desde una mirada socialista y humanista, lo cual reñía con la orientación conductista de la Universidad. Una anécdota que le recuerdo es cuando como Psicólogo de la cárcel convenció al Director de permitir que un recluso saliera a celebrar una fecha especial con su familia, bajo el compromiso de regresar. Tardó en hacerlo y llegó alicorado, pero lo hizo en cumplimiento de su palabra.

Con él como director iniciamos la investigación acerca de la educación en las penitenciarías y estructuramos una tesis sustentada en su saber. Fueron muchas las guerras que dimos con los jurados para tratar que entendieran que existía otra posibilidad de mirar el mundo, diferente al trillado enfoque conductual que transpiraban casi todos los maestros allí. Pero con Reinaldo nos manteníamos respaldados y confiábamos que finalmente saldríamos adelante, como lo hizo él en un concurso de obras de teatro que se ganó durante su estadía en nuestro país, desbancando a escritores consagrados del ámbito nacional.

Sin embargo, no contábamos con que, así como había llegado huyendo de las dictaduras del gigante austral, regresaría a su terruño una vez que pasaron los tiempos más álgidos. Fue así como él y su coterránea Mercedes Loizo, quienes nos mostraron como se bailaba una zamba argentina, volvieron a Mendoza y nos quedamos con el encarte de tener una tesis muy original sin director. Estábamos naufragando en medio de la incomprensión de la dictadura ideológica.

Habíamos enfrentado por varios años a la mama sagrada de la Facultad, en una pelea desigual, pero confiados en el talento del profesor que había creado allí esa especialidad gracias a su ingenio. Sólos, nos dimos por vencidos y tratamos de plegar nuestras discusiones a seguirle la corriente a la jurada más espinosa, acto fallido porque no tenía intención de dejar pasar un "esperpento" como ese. De nada nos valió tener otro Director amigo nuestro, la Pilar no cedía mientras José, el otro jurado menos rígido, ya se sentía maniatado por ella para ayudar a mediar en la intransigencia.


Director y egresados formales e informales


Estábamos condenados a desertar del título universitario o de la tesis y sus ideas, para realizar algún trabajo insustancial dada la lejanía que teníamos con el enfoque exigido. Estando en la mala, como se dice en el argot carcelario, nos cambiaron las condiciones de un día para otro, se originó una revuelta interna dentro de la Facultad y las vacas sagradas dejaron sus asientos, de modo que hubo una renovación de personal.

La buena nueva fue que Irene, una de las dos nuevas juradas, encontró muy interesante la tesis y los trámites posteriores no fueron tan angustiosos. Finalmente, luego de 4 años de haber terminado de cursar las materias, nos pudimos graduar como psicólogos, sobrevivientes de la persecución fanática de un grupo de iluminados sin luz.

Hoy que oigo las zambas argentinas con agrado real, debido a sus hermosas letras y alegre música, no puedo evitar sentir nostalgia por nuestro amigo Guiñazú, que ojalá haya tenido tanta suerte como nosotros la tuvimos.

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