Mantener alta la vibración

LA BUENA NUEVA


Qué época tan convulsionada para escoger vivir en ella. Y así lo hicimos.

No es la injusticia que siempre hemos vivido en vidas sucesivas, aunque intolerable para un ser humano de verdad, se vuelve asunto menor en las condiciones actuales.

El despertar de consciencia lo llamamos.


De golpe y sin anestesia nos despertamos de un largo sueño donde jugar a la granja era lo máximo y aprender a comportarse en ese juego era todo cuanto había. Estrellas y paisajes nos atraían, como la fascinación de tener una pareja, unos hijos o un oficio productivo y cariñoso.

Sin embargo, llegan los seres de las estrellas y se aterrizan en el patio trasero de algún afortunado que ha podido conocerlos. Nos comentan que siempre han estado aquí escondidos en la Tierra Hueca, en otra dimensión inalcanzable por el hombre común o en sus naves dando vueltas por ahí.

Que como debíamos sospechar habitan algunos de esos astros que podemos ver en la placidez del campo y que ha llegado el momento harto anunciado de hacerse presentes para bien de la humanidad hasta ahora sometida a la ignominia de la vida en orfandad.


Que todo lo que creíamos fundamental ya no lo es, que importa un bledo buscar un mejor mañana para la humanidad porque siempre ha estado sometida por el Estado Profundo a una especie de esclavismo sin esperanza. Han estado tras bambalinas los malos de la película dirigiendo el guion, con la ayuda de razas interestelares de bajo renombre. El libre albedrío llega hasta donde los límites de la puesta en escena dejan llegar, no hay manera de encontrar un mejor pasar para la humanidad, no existe la oferta sobre la mesa.

De una parte, es halagüeño saber que se puede salir de esa rueda loca y enloquecedora, pero la angustia de no saber cómo se vuelve una tortura más en las consciencias despiertas. Hay voces de toda clase indicando que hacer y para donde ir, demostrando que existe una verdad antes no revelada y que seguir su huella es la salvación del alma encarcelada.

Hay montones de oráculos ciertos e inciertos, proliferando en las pantallas que captan nuestra moderna atención. Son algunos de ellos favorecidos por estar cerca de la realidad desconocida por la mayoría, su premio es confiar en sus percepciones de mundos de cristal etéreos.


Los demás ni creen en esa nueva versión de la existencia y los pocos que lo hacemos sin mayores evidencias, por la tozudez del intelecto que lo intuye cierto, sufrimos la congoja mentada de la buena nueva. Nos debatimos en la confianza en algo mejor y la incertidumbre de no saber qué es.

No queda otra salida que entregarse a lo que resuena en el corazón, despertar el sagrado femenino dormido para elevar la capacidad dormida de dar amor y distanciarse de la realidad general, eventualmente cada vez más caótica. Esta apuesta a mantener alta la vibración debe llevarme al encuentro de lo inimaginado, como siempre con la fe puesta en lo deseado, intangible aún.



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