Facundo Cabral

MI CONVERSIÓN AL FACUNDISMO 



Siempre he sido un enamorado de la música, de pequeño cantaba como un turpial, luego la guitarra fue mi compañía y ahora soy amigo de toda la música, bueno de casi toda. He tenido placeres recordables como asistir a una audición privada de Juan Manuel Serrat en el teatro Colon, éramos un puñado los asistentes, o la invitación a presenciar el concierto de Mercedes Sosa, cuando pude llevar a mis amigos a primera fila del teatro Jorge Eliecer Gaitán, bailamos con ella, sólo faltó que subiéramos al escenario para acompañar su baile. Estos cantantes eran entonces mis ídolos.

Estando en la Universidad Externado de Colombia como estudiante de postgrado o profesor (no recuerdo) fue Facundo Cabral a presentarse en un concierto al aire libre y yo estaba allí en sus corredores, ambientados por la naturaleza de la montaña. Escuché el concierto a la distancia, las cercanías estaban atiborradas de estudiantes de pregrado, para mí no fue un evento memorable, no conocía su música ni me atraía.


Facundo y su padre

En estos días recientes leí el relato del encuentro de Facundo con su padre, quien lo abandonó cuando la mamá lo esperaba y de remate los echaron a la calle en cuyos andenes nació. Fue impactante para mí el encuentro de ellos a los 46 años de Facundo, no solo perdonó a la persona que quiso matar con obsesión en sus años mozos, sino que, además se convirtieron en amigos y logró influir en su padre para que se hiciera una mejor persona.

Un tipo así me hizo reconocer sus canciones y volverme su seguidor, porque entre más escucho sus relatos más lo aprecio. Logró remendar su corazón y convertirse en un bálsamo para una humanidad sedienta de verdad, amor y valentía.

Le dio la vida una muerte sin dolores cuando lo aquejaban los más jodidos, Rigoberta Menchú en entrevista afirmó que su muerte obedecía a retaliación de la oscuridad con quien llamaba las cosas por su nombre, pero mi parecer es que estaba en el lugar correcto, a la hora correcta para embarcarse en el viaje que lo esperaba como premio. Su discurso era tan sentido y legítimo que, sospecho, ni los sádicos dueños del poder terrenal se sintieron violentados.


COMO PINOCHO

    "... le falta el corazón. "

Perdí el corazón,
lo guardé con llave y la tiré.
He tenido que volverlo a hacer,
creí que era tarea fácil,
otro acto de magia carpintera,
pero no ha sido tal,
la memoria no ayuda.

Que vuelva a su nido espero,
las hadas escasean
en las urbes de concreto,
no he podido dar con él.

Que vuelva se lo ruego,
lo necesito
siempre ha sido así.

Lo seguiré buscando,
acabo de notar su ausencia
y lo creía de vuelta. 


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