Caribe y algo más

CARTAGENA DE INDIAS


Tus indias son humo,
ya no canturrean por tu piel de arena;
son negros tambores que marcan tu ritmo
ciudad de los blancos.

Piedras de españoles remarcan tu rostro
signo inolvidable de muertes tormenta.

Tus seres locuelos cogieron mi mano,
alada mi alma
en mares de cine zambullí mi gana: 
silencio latente.




MAR CARIBE


Playas blancas y negras,
aguas claras y oscuras,
montañas de cactus ensartadas;
exótico paisaje que me dio su calor.

Me tomé tu energía
tierra de los contrastes,
de múltiples bellezas,
te bebí ávidamente
costa de las bahías,
cuando mi sed clamaba
por mar y por más mar.

Te encontré Santa Marta
con tus múltiples sitios
cuando mi voz pedía
tu mar en San Andrés.
Me voy de ti adorándote,
como la buena amante
me sabrás esperar
para aquel algún día
en que te vuelva a ver.

No dañen tu belleza
las múltiples criaturas
que suelen visitarte,
sepan ellas quererte,
amarte y respetarte
como lo he hecho yo.



GUAJIRA


Esos ojos negros volcánicos
seguro han encendido más de un corazón,
son fuego dormido
siempre alerta a los cambios de marea.

¿Cómo ahondarán los espacios marinos,
estos ojos de áridos terrenos
que habitaron por siglos?

Tal vez temen y respetan su grandeza.
Conocedores de su fuerza:
gigante maternal vientre marino,
tal vez guardes el secreto,
con tu desértico entorno,
de esos ojos profundos
de brazas apagadas.





EL VALLE DE UPAR


Valledupar la besan dos gigantes
la Sierra Nevada majestuosa
y la imponente Perijá que allí se agota.

Es el Valle del Cacique Upar
otrora floreciente bañado por ríos cenagosos.
Cabalgado por miles de Chimilas,
desde potrillos enfrentando carabelas.
Un pasado glorioso de tristeza,
su pueblo ahora reducido a un fundo
en represalia a su valor guerrero.

La cercanía del desierto lo contagia
se penetra la aridez en sus terruños,
con la complicidad minera.

Indígenas, zambos, mestizos y mulatos
alegran el paisaje encantador
sin lograr reconocerse como iguales.

La chicha y la parranda se confunden
en una tertulia del amor eterno
que no permite el asomo de pesares.






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